EL FASCISMO DE LA POSESIÓN INMEDIATA
Estamos frente a un artículo de opinión,
en concreto de una crítica hacia lo considerado fascismo en la actualidad,
publicado en el periódico español, El País el martes 14 de febrero del 2006 y escrito por el filósofo y escritor
Rafael Argullol.
Argullol defiende que en la actualidad
tenemos una idea completamente equivocada sobre que es el fascismo y que debido
a esto nos equivocamos al relacionar ideologías, personas o hechos con algo que ya está obsoleto en
cuanto a significado. Para el filósofo, el fascismo de la actualidad no tiene
nada que ver con la dictadura implantada en Italia por Mussolini, sino más bien
con el capitalismo al que se ve sometida toda la sociedad actual.
Defiende también que se emplea la
palabra “fascismo” con demasiada libertad, lo que viene dado por el poder de
los Estados para adoctrinar a la población y hacerla creer lo que ellos
quieren.
Para hablar de los nuevos fascistas,
Argullol los identifica como el adolescente occidental. Insatisfecho,
arrogante, consumista, interesado más en seguir las modas y las nuevas
tecnologías, no por interés o verdadero gusto, sino con intención de presumir
abiertamente sobre su capacidad de consumismo. El adolescente de hoy en día
viene de la mano del propio capitalismo.
Se vende el capitalismo como algo bueno
para el ciudadano, una forma de alcanzar todos aquellos intereses personales y
materiales para alcanzar así una vida mejor, una vida feliz. Defiende el
consumismo exagerado, la codicia y la insatisfacción de la persona, que quiere
más y más. Argullol atribuye a este nuevo fascismo la ignorancia y la escasez
cultural. La sociedad es fácil de comprar, fácil de convencer y engañar,
arrebatando por completo al ser humano la libertad para elegir una forma de
vida diferente, incapaz de vivir fuera del sistema capitalista.
Esto provoca que la ciudadanía carezca
de sentimientos como la empatía o el aprecio por la vida ajena, ya que lo
importante es saciar la necesidad individual sin importar quienes son las
personas que están detrás de ese producto que se desea.
Para acabar con esta necesidad insaciable
de consumir es necesaria una educación que inculque verdaderos valores sobre la
empatía y el compartir sin esperar nada a cambio, con esto se podría acabar con
la falsas necesidades y sobretodo, con el capitalismo exagerado.